viernes, 8 de mayo de 2009

INMINENTE CAÍDA DE LUGO: ¿SE VIENE EL GOLPE?

Abogado Nicolás Russo

En estos días, ¿se viene el golpe?, es la frase favorita del inicio de cualquier reunión política o de entre casa a la cual uno está casi siempre obligado a escuchar e inclusive a dar una opinión, sea ésta la más ocurrente o seria que uno pueda dar a sus contertulios.

Los últimos sucesos con la colación de bombas reales y bombas ficticias por todos lados, la venida del represor de la dictadura Montanaro, los hijos del Obispo Lugo, y las manifestaciones de diversas organizaciones sociales cada rato en frente de cualquier Ministerio o frente al Parlamento, la inseguridad reinante en todo el país, la profunda crisis económica de carácter recesivo que afecta a la mayoría de la población, constituyen caldos de cultivo perfectos para provocar la ruptura de cualquier sistema estatal o un orden establecido que no puede afrontar estas situaciones nuevas que estamos pasando en el mundo.

Un dirigente sindical al festejar el día del trabajador, públicamente frente al Panteón de los Héroes le pidió al Obispo Lugo que comience a “ser duro en su gobierno” y a poner orden en el Paraguay.

Este dirigente no era cualquiera. Era representante de las organizaciones sindicales que sustentan y apoyan al Presidente Lugo. Es decir, su propia gente le dice al Gobierno que cambie radicalmente su postura y aplique “el garrote sin ley, o la ley como garrote”.

Evidentemente, el sindicalista sabía lo que se venía y lo que existía en cuanto hace al quehacer social y político en nuestro país.

Es decir, un gobierno totalmente desnorteado, sin rumbo, con dos superministros que aplican la tuerca para que el Obispo Lugo camine sobre el riel que ellos pusieron.

Uno de éstos ministros corriendo por los pasillos del Banco Mundial y el FMI en Estados Unidos para conseguir créditos millonarios en dólares para contener el agujero fiscal y tapar la incapacidad absoluta de su jefe en generar radicación de inversiones o generación de empleos masivos al pueblo; y de paso empeñando el tesoro paraguayo a los usureros de siempre.

Mientras que el otro Superministro “por decreto” anda recorriendo los pasillos del Palacio de López organizando aceleradamente el partido político que pueda sustentar a su jefe en la silla del poder, tratando de neutralizar la fuerza política del Vicepresidente Federico Franco, quien hasta ahora no puede entender las razones por las cuales el Partido Liberal Radical Auténtico que aportara 500 mil votos para el Obispo Lugo, apenas tenga 813 afiliados en los cargos públicos donde existen 200 mil puestos de trabajo.

Estos detalles son apenas una parte de la delicada situación política y económica por la cual estamos pasando en Paraguay.

Pues, la “desestabilización tiene su origen en el mismo gobierno”. Y les digo cuáles son mis razones para sostener esta tesis:

El Obispo Lugo asume públicamente su incapacidad para realizar los cambios que necesita el Paraguay, en la última conferencia de prensa que hiciera en el mismo Palacio de Gobierno.
Destituye imprevistamente a sus propios amigos de los cargos públicos, causando desazón, molestias y conspiración en su contra.
El Obispo Lugo traicionó a sus propios financistas, es decir, dejó de lado a los que pusieron el dinero para llevarlo al poder, y en política los “negocios en el poder” son una constante; mientras que para el primer mandatario, el gobierno sigue siendo sinónimo de “congregaciones religiosas” dedicadas más bien a salvar almas, y donde los sacerdotes utilizan sotanas, sin anatómicos, sin condones y con libertad de sexo como nos enseñara con su propio ejemplo el Obispo Lugo.
El Obispo Lugo no tiene un plan de gobierno específico, práctico y puntualizado que el pueblo paraguayo pueda apoyar. Pongo un ejemplo: “En el Brasil el plan hambre cero de Lula”, que ha sacado de la hambruna total a unos 10 millones de brasileños”.
Realizar encuentros, reuniones y “cumbres de poderes” con el putrefacto equipo del Poder Judicial a quien el mismo pidiera sus cabezas en múltiples manifestaciones antes y después de asumir la presidencia de la República.
La incapacidad del Obispo Lugo en obtener mayorías parlamentarias, pues, casi todos los vetos presidenciales son tirados a la basura.
La incapacidad del Obispo Lugo en hacer política buscando acuerdos con los dirigentes de los partidos políticos con representación parlamentaria (Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña).
La guerra interna de la Alianza con Federico Franco que según el propio Lugo ya no tiene solución.
Estas facetas rápidas del gobierno de Lugo muestran claramente de dónde proviene la inestabilidad política y social por la cual estamos pasando en el Paraguay.

Con este panorama desolador donde se le culpa siempre al partido político que se fue de toda la corrupción imperante y la falta de ingobernabilidad, desde luego que tiene que darse una salida.

No se puede seguir con ésta situación, pues los cambios profundos que deben hacerse no se harán porque el Obispo Lugo se declaró incapaz para ello.

Si el Congreso sanciona la Ley de Descentralización prácticamente ya ocurrirá el primer golpe real en el manejo de la administración estatal.

El Obispo Lugo quedará sin una parte de su lapicera y los Gobernadores e Intendentes del Paraguay serán los nuevos “tendotás” esparcidos por todo el territorio en una especie de “anarquía bien organizada”.

El segundo golpe desde luego también se viene con la suspensión de la aplicación del impuesto a la renta personal, que dejará sin posibilidades de recaudación al fisco.

El tercer golpe ya ocurrió hace rato, la baja recaudación en el sistema Aduanero, producto de la imposición de un sistema yankee denominado “plan umbral” que está hambreando al pueblo paraguayo y liquidando el comercio de Ciudad del Este que aporta el 40% del impuesto total al Estado Paraguayo.

El cuarto golpe ya fue dado con la psicosis de inseguridad que está presente en la ciudadanía, y la falta de orden público sumados a la inseguridad jurídica implacable que sofoca a todos;

Así, con una seguidilla de golpes reales lo que se producirá al final será el desencanto total hacia el gobierno de un Obispo cuya buena voluntad no pasa más que eso, y cuya caída del poder puede ser más fuerte que la subida.

En política se administra realidades y no intenciones de buena voluntad.

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