El cambio es la única cosa inmutable. Arthur Schopenhauer
Dijo William Hellman que “las personas cambian, pero generalmente se olvidan de comunicar dicho cambio a los demás”. En el caso del obispo-presidente Fernando Lugo, la vocación de cambio es innegable: primero fue un referente moral y partidario de la teología de la liberación, hoy es un cura pederasta, delincuente sexual impune e impulsor del neoliberalismo.
Lo mismo podría señalársele en materia de alianzas.
A poco de asumir, el clérigo-presidente que ganó las elecciones con irrestricto apoyo de los mandatarios bolivarianos y la izquierda peronista, había sorprendido a la opinión pública evitando respaldar la candidatura de Néstor Kirchner en un organismo de integración regional, tomando partido por el uruguayo Tabaré Vázquez y empresas contaminantes del medio ambiente extranjeras a la región.
Ahora es el turno de desairar al líder bolivariano Hugo Chávez. El ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Lacognata, consideró preocupante la escalada del discurso belicista del presidente venezolano Hugo Chávez y admitió que el Paraguay podría reevaluar su postura de apoyo al ingreso de ese país al MERCOSUR si es que persiste en su llamado a la guerra. “Nosotros evaluaríamos esta situación. De hecho, es un tema que está en evaluación permanente a la luz de los nuevos hechos”, manifestó el canciller en el Palacio de Gobierno.
Es la segunda traición del cura Lugo al proyecto bolivariano en pocas semanas. Primero fue permitir ingreso de tropas yanquis al Paraguay, que previamente anunció no autorizaría. Y ahora, ¿cuál es la excusa de la izquierda zoquetera para seguir apoyando al cura pederasta?
¿Acaso alguna vez hubo otra que no fuera los aportes para sus ONG y radios comunitarias ilegales?
Por el vil metal, hasta defenderían lo indefendible, y conste que la mayoría se autoproclama como anti-capitalista.
SUBASTA DE CHUPAMEDIAS
Solo tres de 51 radios comunitarias, elegidas por el gobierno de Fernando Lugo para emitir publicidad estatal, pagada con dinero de Itaipú, están habilitadas por CONATEL. El reglamento prohíbe a estos medios difundir propaganda. Durante una sola campaña denominada “anticorrupción”, las emisoras ilegales percibieron, durante los meses de abril, mayo, junio y julio, más de 2.000.000 de guaraníes mensuales. Con esta cadena radial, el Ejecutivo se asegura la promoción de todas sus actividades buscando contrarrestar a la prensa independiente.
Unos pocos centenares de estos personajes conectados al presupuesto público a través de ONG, radios comunitarias y otros engranajes prebendarlos, acudieron para vivar a su jefe, el obispo pederasta Fernando Lugo, la semana pasada.
Aún con comida y transporte, la concurrencia no pasó de unos pocos centenares. Debe también aclararse que se trata de grupos sin representación parlamentaria en su gran mayoría, además de vinculados a embajadas extranjeras, entre ellas la U.S. Embassy. Si este es el "fuerte respaldo" que pretenden algunos, Lugo y sus secuaces están verdaderamente perdidos.
¿HACIA LA DICTADURA DE LAS ONG?
Durante las seis décadas de predominio político que se extinguieron recientemente, el Partido Colorado logró construir un régimen de naturaleza totalitaria, de tipo fascista, y contó para hacerlo con la complicidad de las Fuerzas Armadas, que sostenían en la cúspide al líder único que oprimía y explotaba a la colectividad nacional.
Los valores cívicos y democráticos fueron mutilados persiguiendo sus expresiones políticas, sociales y culturales; en concurrencia con grupos oligárquicos y transnacionales, al tiempo que una minoría acumulaba riqueza y poder económico medrando con una corrupción institucionalizada.
El principal instrumento para controlar a la sociedad fue la extendida red de militantes que, con espíritu corporativista, se aglutinaban alrededor de las seccionales coloradas, privilegiadas bases de comités políticos cuya finalidad era proporcionar un sustento al apoyo civil al régimen. Contrabando, robos, narcotráfico: todo se desarrollaba al amparo de las todopoderosas seccionales coloradas, que contaban para sus actividades ilícitas con la venia de los potentados del país.
El resultado de tal esquema fue la corrupción generalizada de la economía de todo el país.
Pocos factores habrán incidido tanto para crear una deplorable imagen internacional del Paraguay, y para aislar al Partido Colorado en el contexto político regional, como las actividades de esta estructura mafiosa en sus bases civiles.
Para ejercer una función pública, por mucho tiempo, fue requisito estar afiliado al Partido Colorado. Para pertenecer a las Fuerzas Armadas, también era necesario estar afiliado al Partido Colorado. Para ejercer funciones en el Poder Judicial, no había otro camino que afiliarse al Partido Colorado.
Con el correr de los años, el poderío de las seccionales sobre la sociedad paraguaya empezó a ser erosionado por la irrupción de las ONGs, un engendro de nuestros hombres en Langley para desmovilizar a los activistas de movimientos radicalizados tentándolos con el siempre necesario vil metal.
Aunque las elecciones de las autoridades de una seccional colorada nunca tuvieron un cariz enteramente democrático, y siempre se atuvieron a la digitación desde el poder y estuvieron a merced de las maniobras eleccionarias fraudulentas, nunca dejaron de irradiar un aura caudillesca de consagración popular, aunque matizada por furibundas grescas entre bandas mafiosas rivales, salpicadas por golpes de puños y puntapiés.
La consagración de liderazgos por la vía de las ONGs es todavía mucho más fría, antidemocrática y, para colmo, extranjerizante. El principal requisito es contar con el padrinazgo de alguna embajada extranjera, preferentemente la de Estados Unidos, y ser agraciado con una fuerte suma en dólares que permita financiar algún movimiento político, utilizando a la ONG como mampara.
Para peor de males, sus tendencias en el poder están demostrando ser tan totalitarias como las de sus predecesores, llegando a subordinar eventos festivos o automovilísticos como el rally del Chaco, el cual se busca eliminar a sus intereses crematísticos, el afán de lucrar con el estado de emergencia del Chaco embolsando donaciones.
Son ejemplo de esta metodología de la construcción de “liderazgos civiles” a través de ONGs la mayoría de los grupos que llevaron al poder al obispo Fernando Lugo, de forma similar a la ascensión al poder de Víctor Yuschenko en Ucrania, debilitando y derrocando al Partido Colorado de una manera parecida a la que fueran derrocados los partidarios del presidente georgiano Eduard Chevarnadze, en medio del aplauso de la prensa mediática y la comunidad internacional.
Tanto los sucesos de Georgia y Ucrania fueron producto de protestas y movimientos organizados por ONGs financiadas y dirigidas, directa o indirectamente, por Washington, conforme a un plan expuesto posteriormente en un informe oficial de la USAID. De esta manera, las ONGs fueron instrumentadas como verdaderos caballos de Troya de la CIA norteamericana.
En el caso paraguayo, el carácter dudoso de estos liderazgos financiados a veces por la ultraderecha de Washington, que ya ha incorporado a las ONGs a su estrategia para la supremacía global, no solo ponen en tela de juicio el rol que desempeñan realmente estas organizaciones, sino también la integridad de quienes se vinculan y financian su promoción política a través de ellas.
Aunque resulte en cierta forma reconfortante para algunos escuchar las aclamaciones prodigadas por la izquierda latinoamericana al “obispo de los pobres y teólogo de la liberación” Fernando Lugo, uno no puede menos que reflexionar sobre lo mucho que, ocasionalmente, tanto las críticas como los aplausos pueden provenir del bando equivocado.
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